Ella: No esperaba que vinieras.
Él: no he venido, ya estaba aquí.
Ella: ¿Es verdad todo esto que me dices?
Él: no lo sabrás, si no te arriesgas nunca sabrás nada.
Ella: Deja que me quede entre tus brazos.
Él: lejos, muy lejos estás, porque el destino es incierto.
Ella: Deja que duerma el sueño eterno de los enamorados.
Él: antes de comer, me quedo entre tus manos.
Ella: y te construyes un camino hasta mi cuerpo.
Él: son las incongruencias de esta historia.
Ella: ¡cómo te extraño!
Él: deja, el tiempo cura y alivia.
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martes, mayo 23, 2006
lunes, enero 23, 2006
Los inconstantes del sufrimiento
Los inconstantes del sufrimiento,
dejan voz por ojos que enrojecen,
te soslayan de luz sin miramiento,
y de pronto a todos desmerecen:
los abrazos del ausente,
herida ubicua, ocaso de momentos,
cómo rompes vida mi presente
y me dejas engarzado de tormentos.
Los nostálgicos arrebatos
de este pensamiento que enloquece,
vuelven sus miradas que a ratos
de dolor, desesperanza que entorpece:
la irremediable verdad que me atraviesa,
tortura de milagros inacabados,
razón inexpresiva que aviesa
me mira con deseos exasperados.
Van las sombras del recuerdo terco,
entregadas al remordimiento
de verse siempre en este cerco,
de hallarse siempre al descubierto.
dejan voz por ojos que enrojecen,
te soslayan de luz sin miramiento,
y de pronto a todos desmerecen:
los abrazos del ausente,
herida ubicua, ocaso de momentos,
cómo rompes vida mi presente
y me dejas engarzado de tormentos.
Los nostálgicos arrebatos
de este pensamiento que enloquece,
vuelven sus miradas que a ratos
de dolor, desesperanza que entorpece:
la irremediable verdad que me atraviesa,
tortura de milagros inacabados,
razón inexpresiva que aviesa
me mira con deseos exasperados.
Van las sombras del recuerdo terco,
entregadas al remordimiento
de verse siempre en este cerco,
de hallarse siempre al descubierto.
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