Por cada noche cuando te vas,
por cada tarde de rojo sol,
mis ojos como mantos te cubren,
te aguardan:
a que aparezcas con la aurora,
a que despiertes bajo las sábanas
de este amor consciente.
A cada amanecer de tus ojos,
en cada sonrisa donde no estoy,
mis brazos que son dos almas,
que te alcanzan,
te hacen esta historia de desencuentros
y locuras todas.
Y duele tu ausencia flotando en el alma,
duele como cuchillada trapera,
como emboscada a media noche,
que no estés en medio de este ocaso,
para sonreirte toda,
para enamorarte en esta hora,
de martirio y desconsuelo.
Nostalgia eterna de amores postergados,
dónde guardo todo,
dónde guardo mis lágrimas de mar,
melancolía, añoranza, ignorancia de tu presencia.
Ansía mi cuerpo, el cuerpo tuyo.
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