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viernes, octubre 03, 2014

Rendición

He soñado
mi cabeza apoyada en tu vientre
y una estampida de unicornios
desbocándose en mi oído.

He soñado
los tambores llamando a la guerra,
la batalla milenaria de tu ser,
apostado en tu pecho generoso
retumba el clamor de la esperanza.

He soñado
con la vida después de ti,
y me rindo a tus encantos,
que no tienen que ver con tu belleza,
porque esa,
esa siempre te ha venido de adentro.

Una certeza

Yo nunca te vi con los ojos,
siempre lo hice con las terminaciones nerviosas,
con eso que hay debajo de la epidermis.

Te vi con las papilas gustativas,
con seguridad te vi con aquellas
responsables de la adicción,
la misma que esclaviza al corazón
por una eternidad.

Te vi cuando ibas llegando,
con las yemas de los dedos
te fui aprehendiendo.

Te vi con el olfato
y así supe donde habías estado.

Yo nunca te vi con los ojos,
como cuando presencias un amanecer,
te vi como un presentimiento,
una certeza,
un cosquilleo en la palma de la mano,
una vibración de dientes,
un dejá vú,
ese efímero recuerdo al despertar.

Yo nunca te vi con los ojos,
por eso te recuerdo siempre.