He soñado
mi cabeza apoyada en tu vientre
y una estampida de unicornios
desbocándose en mi oído.
He soñado
los tambores llamando a la guerra,
la batalla milenaria de tu ser,
apostado en tu pecho generoso
retumba el clamor de la esperanza.
He soñado
con la vida después de ti,
y me rindo a tus encantos,
que no tienen que ver con tu belleza,
porque esa,
esa siempre te ha venido de adentro.
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