Quedan allá en la lejanía del decoro
las mustias excusas como un silencio,
amante mía quedan las voces del coro
calladas ante la agonía del desprecio.
Allende otros lares recorridos
te voy diciendo contrito el corazón,
no habrá piedra, en los brazos heridos
del que vuelve de la guerra en desazón.
Mudos fueron los sollozos sorprendidos,
entreverados en el camino incierto,
no deja al viento los tiempos idos
aquellos que rememora el desconcierto.
Lejanía es mi nombre, dices altanera,
mientras me llevas en volandas
hasta la otra parte de una ladera
y como risa en mis oídos andas.
Ay amante mía de mis años viejos,
quítame la vida en sacrifico ancestral,
y luego resucita este cuerpo de espejos
que esclavo soy de tu alma astral.
Quedan ya lejos en la noche eterna
los gemidos de las almas en condena,
los placeres terrenales de Lucerna,
y el avatar de los que lloran pena.
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