No hay como la hoja blanca
testigo cierto de la ausencia de todo,
no hay como la pluma tinta china
estruendo de verdades escritas sobre la piel
de la hoja que muda de color.
Sempiterna añoranza
sólo me queda el sueño plácido
de los desválidos,
dónde andarán los territorios
recorridos,
la altanera alabanza de tu campo
florido.
Quiero beber de la savia
de tu cuerpo, oh árbol herido,
de la grieta el sacrificio ofrendar
a los dioses del futuro incierto,
quiero comer del fruto cierto
del pecado que no es nada
sino leyenda urbana para
atormentar a los caídos.
No,
luna llena de marzo
déjame aquí tendido
a la espera del abrazo de mi amante
que vendrá, lo sé,
cuando todos hayan partido.
No me lleves luna
no te quiero aun bajo mi sino,
antes deja que el motivo de mis noches
de desvarío
grite a voces de delirio
el ansía eterna de tu cuerpo divino.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario