Me veo en sus ojos.
Maraña.
Laberinto intrincado de caminos sangrientos.
Veo en su mirada adolescente:
la derrota del adulto,
la miseria que han dejado
días enteros
inhalando caminos amarillos
con destino a la locura.
Con los labios rotos,
la sonrisa interrumpida,
la vida como pretexto,
la herida supurante
de su honda agonía.
Con las manos
se va construyendo una idea,
una cueva a la cual marcharse
cuando la noche sea tan fría
que ni con fuegos de artilugio
se deje engañar,
y lo veo marcharse a paso lento,
arrastrando los pies por la grava
del camino,
como deudo de su propio funeral.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario