Son tus ojos como flama,
como antorcha que quema
y mata.
Es tu ausencia como herida,
como dolor que se enterca,
y calla.
Es tu piel de margaritas
como campos floridos que sueño,
y muero.
Es tu voz como silencio,
como grito que ensordece,
y calma.
Son tus pies como causa,
como motivo para andar tus caminos
y besarlos.
Es tu presencia como figura exacta,
como luz que envuelve
y es guía.
Son tus manos como medicina,
como remedio para mis males
y desesperanzas.
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