Dejo las manos tras la espalda mientras su voz se va haciendo cada vez más pausada, más lejana, menos audible...
...y yo que te decía con mi vocecita de niña ensimismada que así me gustaba que lo hicieras mientras mis lágrimas rodaban por mis mejillas mojando el cuello de tu camisa blanca de muchacho rico que nunca ha conocido una máquina de lavar y entonces veo tu sonrisa y me vuelvo loca por este amor masoquista que se alegra de tenerte porque sufro y sufrir es la razón de mi vivir...
... escucho el sonido métalico al cortar cartucho, el viento canta su canción de muerte con vocecillas que taladran mis oídos...
... a dónde pondré tu voz que me recuerda el pesado metal que te llevó lejos de mis brazos...
... heme aquí con la muerte rodeando mis brazos, ahora ya no hay frío...
... frío, metal, viento de cantares que asoman sus voces por la espalda manchada de rojo, lo dejo lejos....
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