Suave mañana de quietud
A quien supiera apagar un despertador
en medio del frío invierno,
va mi canto, va mi verso encantador,
va mi beso más tierno.
Me abrazo al millón de posibilidades,
me dejo llevar por tu calor divino,
ya no más noches de ansiedades,
dame de tu boca a beber el vino.
Dame de tu lengua la eterna savia,
muéstrame la otra sabiduría,
que no habrá en mi corazón más rabia,
que tu cuerpo es mi proveeduría,
de calma, de quietud para el día.
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