Añoro

Te extraño
en la agonía del sol

cada tarde
en tanto el frío viento
es mi abrigo

a la exacta hora

en el instante previo
cuando el sueño
es poco menos que una pincelada
y mis ojos emborronados
con las nubes del recuerdo
te van dibujando cada mañana

la línea que guarda tu figura,
el espacio que ocupas
la mirada que culmina
en tu sonrisa de diosa

te extraño
y entonces veo tu fotografía

Certezas

Es cierto

lo sé

me faltas

otra vez

en este tiempo

este espacio

este momento exacto

mientras el viento helado

se cuela bajo la puerta

es cierto

me faltas

en el abrazo

en el beso furtivo

en tu forma tangible

que siempre me eleva

sobre los montes milenarios

es cierto

lo sé

y tú

tú también lo sabes.

Amaneceres

Te escribí con pinceles de alegoría,
te dije mil y un cuentos al oído,
te canté un millón de versos,
y tú, ausente todavía, los ojos llenos
de ensoñación: te reías.
Con esa risa suave, tan tuya, tan mía.

Fui dejando estelas de alabanza
grabadas en tu piel de campo florido,
y en tus párpados de corazón
planté dos besos germinados con tu llanto.

Luego tus labios de flor matutina
esbozaron el amanecer más colorido,
sonreíste a la mañana entre mis brazos,
brazos donde faltas un día y el otro también.

Orígenes

Ibas como meciendo tus pensamientos,
como ola que golpeaba la orilla
de tus deseos,
sonriendo.

Sobre las líneas del ferrocarril,
cuidándote de los durmientes,
sorteando las piedras grandes
y las pequeñas,
sonriendo.

Y yo que me perdía en tu mirar,
en el abismo insondable
que siempre han sido tus ojos.

Cantando,
por lo bajo, con voz de sueño,
con murmullo que envuelve
y ata.

Te recuerdo así,
cuando las estrellas se contaban
con los dedos,
mientras el mundo iba creciendo
y con él, el sentimiento.

En el principio

En ese entonces,
en ese dónde
no tenías nombre
pero yo te llamaba,
te decía por tu piel
te decía por tu cuerpo,
andabas desnuda
andaba yo sin cuerpo
es una historia tan larga
como el principio de los tiempos.
En ese entonces
sólo te llamabas viento.

Soñar

Te recuerdo
cuando el universo era pequeño
y el mundo apenas balbuceaba,
tú corrías por el parque
entre los árboles nacientes,
tocabas con tus dedos
la cima de las montañas nevadas,
y tus piernas como dos pilares
te elevaban sobre la tierra
incipiente.

Vuelvo

Vuelvo
lluvia que descascara los motivos
entre vientos ojos turbios
mojan cual si fueran gotas
penitencia a destiempo
culpa que se lava con llanto

Vuelvo
con grafías desafiantes
iteraciones del desconcierto
con lecturas que velan
noches sin destino
aquí el miedo es tu compañero

Vuelvo
aunque nunca ausente estaba
la presencia a brazos abiertos
como quien espera
como quien se sabe entero
vuelvo desnudo a tu regazo
en un sueño sin diatribas

Vuelvo
sobre mis huellas aun frescas
pintadas tras tu espalda
en la vera de tus piernas
ahí en los recovecos de tu cuerpo
donde sólo yo he morado

Vuelvo
en un grito ahogado
en un gemido acompasado
en un llanto desvelado
vuelvo como amante de tus horas
cómplice de tus momentos vagos