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lunes, julio 25, 2005

¿Cómo es posible que ahora?

Tardes grises, de lloviznas a deshoras,
de ausencia de abrazos
y hambruna,
y llanto pegado en el vientre del alma,
he buscado regalarte una mañana,
con sus rayos de colores deslavados,
con sus nubes blancas o su niebla,
y es justo a esta hora de mi presentimiento
que te me quedas clavada como hoja,
como muerte lenta, como diosa,
arcángel de premoniciones todas,
daga que pende sobre mi cabeza,
¿cómo es posible que ahora?
esta desmemoriada presencia,
este rechinar de dientes en noches
de deseos postergados,
estas manos que no encuentran,
y es ahora que me quedo aquí varado,
entre la inconsciencia y la desdicha,
en medio de la alegría entristecida,
como una paradoja del destino,
y son tardes ya las horas últimas que vivo,
grises de lluvia arrepentida,
de grillos cantando alabanzas a la noche,
de luciérnagas burlonas, de reproche
y ojos tras las hojas de los árboles
del bosque de tus cabellos ausentes,
¿cómo es posible que ahora?
añoro la perfecta armonía de tu piel,
la sincronía de tu espasmo en mis oídos,
la algarabía de tu sonrisa en medio de mis ojos,
el latido de tus labios en mis dedos,
la humedad de tu silencio en mi voz,
¿cómo es posible que ahora
este corazón te abrace como si en ello se le fuera la vida?


"Bésame el susurro que dejaste en mis oídos" (Montaner)

sábado, julio 23, 2005

Sobre estos vestigios

Sobre estos vestigios, ruinas de momentos viejos,
fundo mi morada, mi casa que es como tu luna,
también llena de ruidos, magia y sortilegios,
donde mis manos son tu causa y tu motivo,
de ilusiones y de mitos,
de cuentos hasta el cansancio relatados,
de otros tiempos, de otros cuerpos,
ya no dejo nada a la deriva
ni navego sobre mares de desesperanza,
ahora bien,
me convierto y es mi fe la que te construye de nuevo,
la que te encuentra siempre en los sueños,
sobre mi almohada de todas las mañanas,
donde he esperado tus ojos de auroras,
ángeles de alas como besos a estas horas,
cuando espero esas miradas,
y luces,
luces como minutos resplandecientes de recuerdos,
tan sólo nos queda el tiempo
que nos regala este destino tan incierto.

miércoles, julio 20, 2005

Llovió esta tarde

Llovió esta tarde sobre la ciudad,
a mares de nostalgia sobre mi cuerpo,
y la lluvia no ha borrado tus huellas
ni el camino que tu andar dejó en mi alma,
llovió esta tarde y extrañé tu abrazo
y el peso exacto de tu corazón
y tu voz diáfana, perfecta y mía,
a cada gota de melancolía
susurré tu nombre al cielo gris
y recé por este amor que no se olvida,
e imploré por este tiempo que te espera.
Llovió esta tarde sobre la cantera,
en los adoquines y balcones enrejados,
llovieron gotas como lágrimas
que liberaron nuestras almas de pecados,
llovió sobre la senda de nuestra historia,
sin difuminar caminos andados,
y la lluvia fue colectiva memoria
de todas nuestras vidas, de nuestros destinos
engarzados]

martes, julio 19, 2005

La noche callada de los tiempos

He visto tus ojos bajo el arco de un sueño
en la noche más oscura,
he visto la piel de tus manos grabada a fuego
sobre el destino que nos limita,
que nos sostiene.
He visto la lejanía de tu cuerpo,
la misma que nos sonríe tras la puerta,
bajo otro cielo, bajo otros techos,
la he visto y me ha hablado,
con voz de susurro moribundo,
con gritos estridentes de nostalgia,
de melancolía atada a tus recuerdos,
he visto, me ha llamado por mi nombre
mientras descubro que su voz es la tuya,
la misma de aquellas tardes de rojo sol,
he visto las marcas de tus manos
dibujadas en las mías,
y entonces he escrito en la cordillera de tu espalda,
sobre tu piel florida de momentos,
en los renglones de tu alma que me aguarda
desde la más lejana mañana de los tiempos,
he escrito, que de luces estás hecha,
y de pétalos constelaciones de colores,
y de selva tibia y mía,
esto mi niña es querer como te estoy queriendo.