Confesiones

Si lo pusiera por escrito, tendría que decir que te extraño siempre, todo el tiempo, cuando no te veo, te pienso, cuando no te escucho, te sueño, cuando no te toco, te presiento en todo lo que hago. Si tuviera que ponerlo en palabras no alcanzarían las que conozco para explicar que es tanto el agobio, tanta la angustia de no verte más que duele el alma, aquí en medio del pecho, como daga clavada, como espada que corta y mata.

Setecientas treinta razones

Guardo en el baúl de las buenas memorias
los momentos gratos,
las buenas historias,
los que fueron de lluvia a ratos,
los de noche,
las mañanas tibias en descampado,
los minutos idos en el coche,
los suspiros en el corazon estampados,
guardo,
esas tardes con el balcón cerrado,
nuestras almas una sola,
tus ojos profundos viendo de lado,
tu sonrisa como faro en la ola
que nos lleva a la isla del deseo,
guardo todos los motivos,
las despedidas,
los encuentros,
las peleas y los desencuentros,
la reconciliación bendita
y las ausencias malditas,
pero como amante agradecido
llevo todas tus palabras grabadas
en mi piel a fuego vivo.

"Sobre el papel declaro que te extraño cada amanecer"

Alejandro Filio

Estás en mis mañanas claras
como diáfana luz de día,
igual que canto de aves en madrugada fría,
está tu voz y tu brazo que me alcanza,
dónde vas preguntas aun dormida,
yo sonrío mientras vuelves a soñar,
con el hada, la noche clandestina
en la que nuestros cuerpos solitarios
se volvieron uno sin remedio.

Estás presente en mis mediodías
bajo un sol de abril terco y taciturno
mítico encargado de volver en hipnosis
los sueños cargados de delirio,
así te vas volviendo real cada minuto,
cada hora sin ti es tan perdida
que más valdrían mil siglos cuando regresaras.

Estás, lo declaro y lo admito en la tarde,
mientras libro en mano
enfrento a las huestes del hastío
mírame entre las páginas de este sino
y sálvame del frío
que envuelve las noches sin ti.

Estás, cómo decirlo,
así como una parte de mi ser contrito
que te desea a cada momento.