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jueves, abril 16, 2015

Los solitarios

Vamos queriendo ser queridos, 
un paso atrás del amado, 
nunca terminamos, 
como máquinas de sonrisas  
repartimos lustrosos
candiles del rostro, 
muecas por bocas que saludan. 

 Los solitarios vamos a la cama, 
hacemos el amor 
pero nunca
nos damos por vencidos, 
creemos que la siguiente será mejor. 

Seguimos tomados de la mano,
esperando que el otro de un paso, 
inicie la conversación,
y luego, 
suicidas nos estrellamos, 
nos pegamos un tiro de realidad. 

Los solitarios andamos lento, 
de corazón cansado, 
nos enteramos a destiempo  
que el amor se fue de viaje, 
sin maletas ni presupuesto. 

Volvemos nuestros ojos al azar, 
buscando en otros ojos la verdad 
a sabiendas que al despertar  
nos hallará el desasosiego, 
la muda respuesta, 
lo que se va callando, 
el hartazgo de no ser uno mismo, 
de creerte la historia manoseada 
de que algún día todo cambiará. 

Los solitarios andamos las calles, 
como turistas, 
como perdidos, 
admirados de lo cotidiano,  
con la nostalgia por mochila  
y la añoranza de abrigo. 

Adictos a la tristeza omnipresente  
flagelamos la conciencia  
con verdades a medias, 
mentiras completas, 
lecturas de madrugada  
y canciones que no son nuestras. 

Los solitarios, 
bulímicos de la felicidad, 
nos damos alegres atracones 
y luego, decepcionados  
volvemos el estómago  
en aras de la franqueza, 
no somos si no mediante  
los otros que nos definen. 

Callados vamos recorriendo  
el viacrucis, 
al patíbulo, 
la hoguera nos aguarda  
y nosotros la abrazamos 
con ternura, 
con locura, 
esperando,
que ahora sí
la experiencia orgiástica 
nos alcance. 

Los solitarios 
nos inmolamos 
creyendo que alguien llorará
el sacrificio, 
al final,
bajo el manto de la noche, 
todos morimos por igual.