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domingo, agosto 30, 2009

Como espina que se clava

La noche cuando te vas es eterna,
y mis ojos se van muriendo en cada trozo de mi desolación,
me estás doliendo,
en la ausencia que se aproxima,
en el espacio que dejan tus brazos,
en cada mañana que no despierto a tu lado,
y a cada momento de mis lágrimas de sal
se va desmoronando este corazón,
que no entiende motivo ni razón,
y en cada trozo va una espina
y cada espina se clava,
se vuelve una conmigo,
me faltas en la nostalgia del abrigo,
en los besos furtivos,
en los momentos idos,
la noche cuando te vas es eterna,
y mis manos se van perdiendo en la niebla de la añoranza,
cómo quisiera gritar mi dolor bajo este árbol de la desesperanza,
cómo decirte que no hay luna,
que no hay sol,
que no hay mañana,
la noche es eterna y mi dolor no alcanza.

lunes, agosto 17, 2009

Célibe en invierno X (Finale)

Célibe en invierno
Me dices que no es canto,
escucha, es mi susurro que te habla,
es mi boca la que llama
con mil voces de desencanto,
es posible que esta noche invernal
cuyo frío no quiero recordar,
caminemos juntos el sendero,
me lleves de tu mano a tu refugio,
que es paz, que es agua bendita,
me dices que no es canto,
pero esta voz que grita,
se entretiene con mil sueños
de deseos postergados,
nadie sabe quiénes son sus dueños,
pero en las noches de callado lamento
compartidos los momentos plenos
somos uno, somos viento.

Célibe en invierno IX

Noche otra vez
Estrellado manto,
escucha mi canto,
luna si es que sales,
remedia mis males.

Célibe en invierno VIII

Mediodía en la estancia prohibida
Acaso un trovador en medio del desierto
no buscaría agua antes que inspiración,
dejaría su voz a lo común de lo incierto
para que sola fuera haciendo su canción.
Qué hacer en este malhadado lugar,
no te veo, no te encuentro en mi verso,
y yo que buscaba una invitación para jugar
a los amantes que les gusta lo perverso.
Alto el sol, cénit de lo prohibido,
el sofá nos recuerda cada mediodía,
¡ay si hablara del placer recibido!,
acaso él también se sonrojaría.

domingo, agosto 16, 2009

Célibe en Invierno VII

Ando yo paseando en las riberas de la demencia
A que subo al caballo de acero
que me lleva a mi destino,
acunado en los asientos de cuero
me siento grande, un ser divino.
A que cabalgo los caminos todos,
vencida la quietud de la mañana,
visones de guerra y visigodos,
lanzas, flechas, locura temprana.
A que llego a las riberas de tu río,
y traspaso con mi espada tu cauce,
cubro entonces tu cuerpo del frío,
antes de que la mañana avance.

viernes, agosto 14, 2009

Célibe en invierno VI

Desayuno con Cartier
Dónde está el insigne escritor,
¡ha muerto señor comendador!,
responde una voz en medio del caos:
¡al infierno ancestral llevaos!
osado poeta de la quinta esquina,
otro lugar común para tomar café,
sitio elegido para acuñar la espina
de un sentido ciego, pura fe.
Dónde está la voz,
Dónde las teclas golpeando la nieve,
blancura del papel de arroz,
desayuna hijo mío, mientras un relieve
queda en el invierno atroz.

Célibe en invierno V

Suave mañana de quietud
A quien supiera apagar un despertador
en medio del frío invierno,
va mi canto, va mi verso encantador,
va mi beso más tierno.
Me abrazo al millón de posibilidades,
me dejo llevar por tu calor divino,
ya no más noches de ansiedades,
dame de tu boca a beber el vino.
Dame de tu lengua la eterna savia,
muéstrame la otra sabiduría,
que no habrá en mi corazón más rabia,
que tu cuerpo es mi proveeduría,
de calma, de quietud para el día.

Célibe en invierno IV

Madrugadas de ansiedad
Despierto,
pienso que he muerto,
contengo la respiración,
no es cierto,
vivo,
con el corazón herido,
con el sentimiento hendido.

jueves, agosto 13, 2009

Célibe en invierno III

Noches como perros
¡A callar!
Suena un cántico de rabia,
insomnio involuntario de sueños,
nadie sabe quiénes son sus dueños,
pero en defenderlos abunda labia,
¡A callar!
Harto está mi cuerpo de la soledad
célibe casi sin quererlo,
te pienso cada noche sin piedad,
bajo este signo de deseo, no he de perderlo.
¡Ay cacofonía de perros!
lamentan este frío invierno,
lloran a la amante y a sus yerros,
¡Ay cacofonía del averno!

Célibe en invierno II

Atardeceres míos
A qué pueblos viaja el peregrino,
mutila cuentos llenos de misterio,
le ha dicho buen día al vino,
cantando al viento su improperio,
no escucha,
los lamentos calladitos en su seno,
las muchachas que ríen en la plaza,
los hombres que discuten en pleno
el motivo incierto de su raza,
qué sol del color de la miel,
va cayendo en sueños de entretención,
y su faz triste ha probado la hiel
que es muerte repentina, extremaunción.

Célibe en invierno I

Esta voz
Que no es canto me dices,
escucha, es grito atronador,
silencios todos entre las manos,
que no es canto me explicas,
atención, es susurro que lamenta,
es plegaria sin razón.
Vienes entonando melodías,
te digo, cántame al oído,
con esos lamentos de llanto,
desmedido aguacero de tus ojos
malheridos.
Que no es canto, me imploras,
sollozos de agua límpida,
son tus ríos desbordados,
mares con encono, olas mías.
Es sinfonía de melancolías,
y te digo en dos estrofas
toda una vida.

miércoles, agosto 12, 2009

Andares 1

Escuchaste mis gritos... ¿sí los escuchaste?... la pradera supo bien que ahí estaba... también la muerte rondaba... la muerte que no es muerte pero de la cual vuelves.

lunes, agosto 03, 2009

La semana que se ahoga

No hubo lunes esta semana, nada de volver a la realidad,
la vida va llorando sus penas cada tarde,
y empezamos otra vez cada martes,
a inventar razones que inviten al destino,
a no portarse tan jodidamente reaccionario,
y empiezo a ganarle aliento a este miércoles,
que como en la mitad de la vía se inmola
cual mártir de una causa desconocida,
son de funerales del día que ha muerto,
como jueves de preparativos,
de traiciones hermanadas en la noche,
llega el viernes y el grito que madruga
nos recuerda que el luto es por los otros,
que la fiesta sigue aquí dentro de nosotros,
hasta despertar como sábado desmadejado,
intentando embonar las partes que has perdido,
y un domingo te descubres vivo,
cantando canciones que nunca escribes,
esperando al desaparecido lunes.

Existenciales

¿Hemos de escribir siempre cuentos innacabados?
¿Hemos de condenarnos a repetir historias por toda la eternidad?
¿Hemos de buscar respuestas en libros en blanco?

No lo sé, respondió el sensei, solo sé que son las cosas del corazón.