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jueves, diciembre 31, 2009

El día último

En este último día del año

Las luces del decorado anuncian la llegada de otro año, el viento frío nos recuerda que diciembre casi se va, dando paso a un invierno más, pero el cielo está despejado, no hay nubes amenazando con llover, el sol, taciturno, en su lento caminar hacia la noche me mira desde lo alto. Sentado frente al balcón veo la calle desierta, no hay niños jugando en las banquetas, no hay alguien que devuelva mi saludo, desde la ventana sólo puedo ver la casa vacías desde hace tiempo.
Y te pienso, vuelve siempre tu recuerdo, cercano en la distancia, pero lejano en la certeza de saberte mía, en las noches de nostalgia vuelvo mis ojos tristes y te dibujo bajo mis sábanas, perfecta, exacta, en toda la dimensión de tu presencia, conozco de memoria tus marcas precisas, la extensión de tus piernas y el hueco de tu espalda, la curvatura de tus muslos y el calor de tu mirada. Tus ojos iluminan la oscuridad de mi añoranza, y es la certeza clara de volverte a ver la que mantiene mi alma enamorada.

Todo esto pienso, hoy que es el último día de otro año que se va, a sabiendas de que quizá no leas esto, de que tal vez lo sepas y sea cierto que con los ojos se hablan los que están enamorados.

miércoles, diciembre 30, 2009

Yo espero a que llegues, siempre

"Nunca pienses que te olvido, de hecho pienso en ti hasta cuando estoy dormido"


Yo te espero, como un niño sentado a la orilla del mar,
a que lleguen las olas a mojarle los pies descalzos,
yo te espero, sentado aquí en mi habitación,
con el deseo cierto de que aparecerás de pronto
en el quicio de la puerta con todo el esplendor
de tu presencia de diosa redentora de pecados,
yo te espero, despierto hasta en mis sueños,
donde habitas siempre y somos uno,
donde el tiempo se detiene y nada importa,
yo te espero a que llegues
como brisa matutina,
eterna dueña de mis versos desvelados,
cierro los ojos y entonces
mi corazón da un vuelco, pues has llegado.

martes, diciembre 29, 2009

Lo que añoro

Hace frío aquí dentro,
no hay hoguera ni cálido viento
que mengue el frío que siento,
mis brazos, mis piernas, el centro
mismo de mi alma toda,
cómo quisiera gritar tu nombre de noche,
bajo las estrellas del invierno,
decirte con caricias a derroche
lo que este sentimiento hace eterno,
te añoro, en la cercanía,
te extraño en la lejanía,
te pienso en mis tardes solitarias y frías,
y mis manos buscan bajo lo incierto:
tu cuerpo puro y cristalino,
desnudo y mío.

jueves, diciembre 17, 2009

Te llevo siempre

Me llevo los minutos sentados frente a un atardecer,
guardados en el bolsillo del pantalón
me llevo también las canciones que nos cantamos,
la poesía recitada a media voz,
los murmullos aun en medio del desierto,
tus ojos somnolientos,
los cantos de las aves al pasar,
el ruido de la cantera labrada a flor de tierra,
me llevo tus sonrisas envueltas en celofán,
el calor de tus manos en mi alma,
los acordes que sonaban como murmullos,
el sol sobre mi espalda y tus ojos fijos en los míos,
me llevo tu estatura y tu peso exactos
sobre mi cuerpo que te conoce de siempre,
tus susurros en mi oído derecho,
tu boca diciéndome que así eran las cosas,
tu aliento formando figuras caprichosas,
me llevo entonces todo lo que somos juntos
para no extrañarte allá a donde voy.

Por saberte mía

No me dejas alternativa alguna,
te busco bajo mi piel
que una vez te tuvo de guarida,
de refugio en la tormenta del deseo,
te busco pero no te encuentro,
desánimo que se apodera de mi alma,
cómo extraño los días de antaño,
la voz que me buscaba hace un año,
tu esencia de mujer que era mía
con más frecuencia que el alimento
para cada día,
y no surge gratuito el sentimiento,
se apodera de mi razón,
se envuelve en el corazón
que contrito se desvela por resistir,
no pretendo para nada insistir,
volverme un asiduo del reclamo
no es lo mío,
aguanto callado el vendaval de la noche,
el huracán de los sentidos que amo,
el temporal del temido hastío,
es verdad,
te extraño como añoro lo que era un día,
tu cuerpo desnudo sin ningún pretexto,
nuestras almas amándose en la oscuridad,
con el vuelco del corazón como contexto,
con los lugares cotidianos como escenario,
no hay tal, días como aquellos no vendrán
a alimentar nuestra vida de nuevo,
los tiempos han cambiado, me digo en silencio,
pero no lo quiero,
ansía mi cuerpo el cuerpo tuyo,
el calor que de tu vientre emana,
la mirada cómplice de quien sabe que ama,
no quiero el remordimiento,
ni la certeza de saberte lejana,
ni la incertidumbre de lo posible.

martes, diciembre 08, 2009

Confesiones

Yo puedo caminar mil kilómetros de vida contigo,
cantar canciones que aun no me he aprendido,
buscar tesoros de piratas que no han existido,
escribir cuentos cortos de crimen y castigo.

Yo puedo llevarte lejos entre caminos de tierra,
correr bajo el sol del verano en un pueblo cualquiera,
gritar hasta la afonía en un juego de futbol,
llorar hasta la ausencia de lagrimas por un arrebol.

Yo puedo tocarte el alma cada madrugada,
decirte al oído aquello que te haga sonreír,
reírme contigo por cualquier tarugada,
resolver el problema que te hace sufrir.

Yo entiendo que todas estas cosas que digo
me llevan a mundos de los que soy testigo,
escribo para no desgarrar mis vestiduras,
para sobrellevar el frío en las noches más duras.

Yo no soy quién para decirte: quédate,
tan sólo el remedo de poeta que te escribe,
el cantor que con su voz te ruega: esfuérzate,
que el tiempo siempre hace su parte.

lunes, diciembre 07, 2009

Viaje astral

Soy consciente de mis pies tocando el piso,
de mis manos sobre mis piernas,
estoy sentado, con los ojos cerrados,
soy consciente de mi respiración pausada,
de mis piernas flexionadas,
de mi espalda en el respaldo,
siento mis hombros relajados,
mis oídos atentos a la voz que se aleja,
mis labios cerrados,
mi corazón latiendo seguro, a buen ritmo,
inhalo y exhalo, y me doy cuenta de ello,
soy consciente del frío de la habitación,
de mi desnudez de cuerpo y alma,
del tibio abrazo de la brisa del fuego,
soy consciente de la cueva oscura,
de las brasas en el hogar,
entiendo el miedo que me envuelve,
¿dónde estás?,
puedo ver a través de la noche
mi mano que se extiende hasta ti,
puedo sentir la suave cordillera de tus pechos,
y la depresión de tu cintura al rozar tu piel,
soy consciente de la humedad de tu sexo
y del calor que de él emana,
invitación al desvarío eterno,
entonces me entrego a tu refugio,
cual amor perdido en brazos de su amante,
surco mares de deseo impostergable,
ando ríos que desembocan en tus marismas,
vuelo cielos como pinturas surrealistas,
escucho tu voz que me grita,
y en segundos como siglos fallecemos,
para juntos resucitar entre sollozos,
soy consciente de mis manos sudorosas,
de mi frente ribeteada por arrugas,
de mis piernas cansadas de este viaje,
de mi vientre ahuecado como gruta,
de mis ojos que se abren a lo lejos.