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miércoles, noviembre 30, 2005

De nubes que no están y llueve

La quietud de mi alma
que antecede a la tormenta,
me atrapa, surge de mis poros,
toda piel, todo cuerpo.
La insistencia de esta calma
de nostalgias se alimenta,
me abraza,
cubre con su grito estridente
de silencio que mata.
Este momento de dudas,
de incesante incertidumbre
que arrebata.
Y bebo sorbos de esta verdad
que escapa,
se vuelve arena entre mis ojos,
que lloran por tu ausencia,
con llanto que no moja
y corrompe los sentidos.
He visto el futuro en tu sonrisa
de ángel divino y milenario,
bajo las sombra del fresno,
en los caminos de tierra
y en el verde quemado de pasto,
he visto el porvenir
como aquellas imágenes
del rehilete en la feria del pueblo.
La insistencia de mis ojos,
a los que les hace falta no verte,
y que te buscan por doquier,
que te encuentran donde sea.
Esta inquietante calma
que antecede a la tormenta.

sábado, noviembre 26, 2005

De amorosos fantasmas

Por cada noche cuando te vas,
por cada tarde de rojo sol,
mis ojos como mantos te cubren,
te aguardan:
a que aparezcas con la aurora,
a que despiertes bajo las sábanas
de este amor consciente.

A cada amanecer de tus ojos,
en cada sonrisa donde no estoy,
mis brazos que son dos almas,
que te alcanzan,
te hacen esta historia de desencuentros
y locuras todas.

Y duele tu ausencia flotando en el alma,
duele como cuchillada trapera,
como emboscada a media noche,
que no estés en medio de este ocaso,
para sonreirte toda,
para enamorarte en esta hora,
de martirio y desconsuelo.

Nostalgia eterna de amores postergados,
dónde guardo todo,
dónde guardo mis lágrimas de mar,
melancolía, añoranza, ignorancia de tu presencia.

Ansía mi cuerpo, el cuerpo tuyo.