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miércoles, noviembre 30, 2005

De nubes que no están y llueve

La quietud de mi alma
que antecede a la tormenta,
me atrapa, surge de mis poros,
toda piel, todo cuerpo.
La insistencia de esta calma
de nostalgias se alimenta,
me abraza,
cubre con su grito estridente
de silencio que mata.
Este momento de dudas,
de incesante incertidumbre
que arrebata.
Y bebo sorbos de esta verdad
que escapa,
se vuelve arena entre mis ojos,
que lloran por tu ausencia,
con llanto que no moja
y corrompe los sentidos.
He visto el futuro en tu sonrisa
de ángel divino y milenario,
bajo las sombra del fresno,
en los caminos de tierra
y en el verde quemado de pasto,
he visto el porvenir
como aquellas imágenes
del rehilete en la feria del pueblo.
La insistencia de mis ojos,
a los que les hace falta no verte,
y que te buscan por doquier,
que te encuentran donde sea.
Esta inquietante calma
que antecede a la tormenta.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ojalá los errores no nos hubieran entrampado tanto...

Anónimo dijo...

De sentimientos que vuelven y no se callan...