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martes, junio 26, 2007

Zapatitos rojos

La mujer, treintona, se va maquillando mientras maneja, rimel en mano derecha maniobra con la izquierda sorteando el tráfico mañanero del centro de Zacatecas, recuerda haber guardado aquel recado dentro de los zapatitos rojos de Xavier, que va sentado muy orondo, con sus ochos meses de vida, en el asiento trasero.
Xavier juega a que muerde uno de los zapatos rojos y grita. Martha observa por el retrovisor al tiempo que se acomoda una pestaña, alcanza a ver como el bebé lanza los zapatos uno a uno por la ventanilla del auto, por el espejo lateral puede ver que éstos caen en medio de la calle atestada de autos. Martha piensa en el recado escondido, se angustia, quiere frenar pero solo logra una retahíla de claxonazos.
Dos niñas de la calle corren para disputarse los zapatos rojos, una de ellas, la más pequeña, se toma más tiempo para salir del tráfico y es arrollada por un camión urbano, se escuchan gritos, llantos de un bebé, Martha cierra los ojos y acelera.

"... y líbranos de todo mal..."

miércoles, junio 20, 2007

Tulio el Legionario

Cuando lo vi llegar gritando no atiné a adivinar quien era, su aspecto andrajoso no era muy diferente al del resto de los caminantes que se dirigían al cementerio de Gerasa, recuerdo que el sol caía despiadado sobre la tierra suelta, el polvo se metía por la nariz y los ojos.
Los deudos de algún muerto lloraban su dolor con chillidos y gritos mientras el hombre andrajoso gritaba algo que no alcancé a entender hasta que vi al joven rabí frente a él. "Tú que quieres de mi, maldito seas, quitate de mi camino", entonces supe que estaba poseído por alguna fuerza maligna porque comenzó a retorcerse en el suelo mientras su boca escupía una espuma blanca. El rabí tocó al endemoniado, le dijo algo al oído, desde mi puesto no alcancé a escuchar, y de pronto el hombre andrajoso cayó inerte. El gentío comenzó a alborotarse y mi Centurión nos envió a calmarlos a punta de látigo. Cuando el pueblo se dispersó ya no estaba el Rabino.

domingo, junio 17, 2007

Dejo las manos tras la espalda mientras su voz se va haciendo cada vez más pausada, más lejana, menos audible...

...y yo que te decía con mi vocecita de niña ensimismada que así me gustaba que lo hicieras mientras mis lágrimas rodaban por mis mejillas mojando el cuello de tu camisa blanca de muchacho rico que nunca ha conocido una máquina de lavar y entonces veo tu sonrisa y me vuelvo loca por este amor masoquista que se alegra de tenerte porque sufro y sufrir es la razón de mi vivir...

... escucho el sonido métalico al cortar cartucho, el viento canta su canción de muerte con vocecillas que taladran mis oídos...

... a dónde pondré tu voz que me recuerda el pesado metal que te llevó lejos de mis brazos...

... heme aquí con la muerte rodeando mis brazos, ahora ya no hay frío...

... frío, metal, viento de cantares que asoman sus voces por la espalda manchada de rojo, lo dejo lejos....

lunes, junio 11, 2007

El incesante hastío del arrepentimiento

"Estaba esta ansiedad que bullía, cantaba, se retorcía en mis entrañas como diciéndome que ya nada era, que todo fue y que la vida pasa. Estaba tu figura desdibujada tocando el piano, dándome la espalda, quizás llorando, quizás no. Yo seguía ocupado en la lectura de las últimas noticias. Afuera, la ciudad de Nueva York seguía despierta, eterna insomne. Dentro, la habitación fría resaltaba la paradoja de tu vestido rojo sin mangas, mi ausencia de café, tu enojo por llegar tarde. La notas golpeadas al piano, la frustración por el baile que no verías, por la tertulia de la madrugada en la que no estarías. ¿Pedirte perdón? no es algo que se me facilite, dentro seguía retorciéndose el mounstro del hastío, del aburrimiento que se va haciendo costumbre"

El Rey ha vuelto.