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viernes, diciembre 12, 2008

Lamento para el árbol triste II

Triste árbol de pirúl desierto,
encarnación de miedos,
pobre nube gris que cubre mis cabellos,
¡qué lenta es la agonía de tu cuerpo!
qué piernas descubiertas andan tus caminos,
verde prado, verde pasto de muerte,
es inútil, las veredas se me pierden,
desgraciado mapa sin norte-sur,
qué desdicha canta bajo la almohada,
solloza tu cabellera verde de hojas,
hojas que son murmullo.

¡Callemos todos!
cerremos la boca al sordomudo lamento,
no habrá nadie que nos abrigue
de tal frío que nuestras almas sufren,
triste árbol de pirúl fámelico,
hambriento de soledad,
harto hasta la gula del desconcierto,
cúrate, alíviate de tus pesares,
limpia de sus males al espíritu
con la brisa fresca de las siete de la tarde,
y cubre con caricias de tus propias ramas
a ese cuerpo que es mitad de nada,
raíz y tronco muerto que se hunde,
pobre cielo acerado que me cubre,
nadie conoce sus pensamientos
y todos le miran como en sueños,
mientras se van formando en su rostro
las grises cicatrices de agua
que amenazan con llorar torrentes
de rabia, miedo y descontento.

"Yo no sé por qué, no puedo olvidar lo que fue" AF

Lamento para el árbol triste

Te posas en uno de mis brazos,
rama seca que el viento amenaza,
te posas como ave carroñera
a esperar mi repentina muerte,
mientras te veo con mis ojos negros
que se clavan en las órbitas de tu miedo,
y no alzas nunca el vuelo,
esperas, te quedas
a presenciar mi último aliento
y desde tu mueca de desagradecido
me observas,
me ves como estoy muriendo,
aguardas como maldito ladrón de cuerpos
a que mi respirar se corte por la calle,
aniquilados pensamientos
graznas a la tarde gris que llueve
con un grito de inhumana voz que duele,
abres tus negras alas de destino cruento
y me preguntas sonriendo:
¿qué había pensando que sucedería en este cuento?

¿Hasta cuando mis ramas soportarán este peso?
resquebrajándose,
como grietas en terreno agreste,
como lecho de río viejo,
te quedas como ave de mal agüero,
como creyendo saber lo que ahora quiero,
montones de razón apilados
sobre el alma y sus manecillas que son reloj,
tic tac exacto de la hora en que exhalo,
son las trece horas con quince minutos
de este día que llora
y moja de tristeza mis hojas de árbol solitario.

"Porque hay razones que la razón no entiende"