Buscar este blog

lunes, septiembre 14, 2015

Cuarentena

Como cuervos que vuelan por encima,
imágenes del residuo que se cuelan,
gente,
mares de gente en la desesperanza
de no encontrarle sentido,
es el miedo, la rabia, la eterna rabia,
la contra, el motivo oculto de no querer nada.

Y somos fantasmas del vacío,
la vacuidad misma que nos embarga,
zombis buscando corazones,
tan solo un trozo de corazón
que nos calme el hambre,
esa cosa pecaminosa que carcome,
que nos mata de prurito y ansiedad.

Todo ha cambiado,
quizá para siempre
y nadie lo ha notado,
el mundo se movió tres grados,
órbitas desajustadas,
abrazos que en la ausencia
se convierten en síndrome
de la abstinencia.

Y pienso:
son sus ojos, te atraviesan
como dagas
desde las fotografías,
reminiscencia de lo posible,
sarcasmo de esta realidad
de la que ahora escapas.

El abismo clama con su boca
de oscuridad,
me guiña el ojo todas las noches,
seductor que con sus manos
acaricia mi alma atribulada,
le ignoro, no por cobardía
si no por hastío.

Y el abismo se queda ahí:
esperando,
esperando.

Los deudos llevan las cenizas
de este muerto,
y yo aguardo,
doliente,
con una abnegación pasmosa,
casi como el enfermo
que soporta la cuarentena
porque le han dicho que hay esperanza,
ese eufemismo que nos fascina,
que nos alcanza.

No hay comentarios.: