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miércoles, octubre 15, 2008

De Princesas y otros Cuentos XX

Abrió los ojos justo antes de que el anciano le esparciera las sales bajo la nariz para hacerlo reaccionar, se quitó el polvo con la palma de la mano y estornudó. Dónde estoy quiso saber mientras intentaba levantarse sin éxito. Los hijos mayores del anciano le ayudaron a levantarse, el más pequeño le llevó un vaso con agua y vino, Kutber empezaba a volver en sí, recordando lo que había pasado. Un sentimiento de desesperación se apoderó de él, hizo por ponerse en pie pero cayó de rodillas nuevamente frente al anciano. El viejo se dio cuenta que el hombre recién llegado acababa de pasar por una fuerte crisis, lo tomó de los brazos levantándolo con una fuerza que no aparentaba y lo sentó en una silla de madera. Kutber cerró los ojos y se quedó dormido.

El anciano, que se llamaba Jason en honor a los meses del año en los que se celebraban las fiestas de la lluvia y la niebla, dejó a Kutber dormir, les hizo una seña a sus hijos para que le acompañaran a la habitación de arriba. Les contó una historia de guerras antiquísimas en las que unos guerreros de luz escarlata vencieron a los legionarios de las sombras, en el Valle de Hurüs, miles de años atrás. Les confió que el hombre que dormía abajo le recordaba al Guerrero Escarlata, la razón no la sabía pero su abuelo y el abuelo de su abuelo contaban la historia que ya era leyenda describiendo al Guerrero, qué además se tenían unos pergaminos con los glifos de lenguas antiguas y los grabados representando al máximo guerrero que ayudó a vencer a Utrandir. Jason el anciano, padre de seis hijos, sabía que su momento había llegado.

Kutber despertó entrada la noche, había vuelto a soñar con los monstruos que le perseguían bajo las ruinas del templo profanado, escuchó en el sueño sus nombres, los miles de nombres que su creador les había conferido. Supo entonces que de alguna manera su presencia afectaba a los guardianes oscuros, era demasiado el odio que le profesaban, era mucho el deseo de verlo muerto.
Miró por la única ventana de la cabaña hacia la oscuridad del bosque, creyó ver entre los árboles las desfiguradas formas de los Roars queriendo acercarse, incluso alcanzó a escuchar una voz que le decía “te he de encontrar Kutber hijo de Herus, hijo de Zarún, hijo de Harún, hijo de Lexer, hijo de Teor, hijo de Xarjas, hijo de Jason”.

-- ¿Te preguntas quién eres? – le dijo una voz que provenía del piso superior de la cabaña. Kutber dio un salto, volteó y se encontró con el rostro del anciano. –Gracias por su ayuda anciano – dijo Kutber. – Mi nombre es Jason – dijo el viejo, y entonces el Guardia Real supo porque había llegado a ese lugar.

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