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martes, octubre 21, 2008

De Princesas y otros Cuentos XXIII

La otra historia/ L’aütrë ïstöry

El Caballero Negro, el último de su estirpe, se acercó lentamente a su maestro, un ser oscuro cuyo rostro se mantenía oculto tras una máscara de hierro forjado.
--Has fallado Vallön – dijo una voz áspera como una tormenta en medio del mar.
--Maestro – comenzó a decir el Caballero Negro.
--Nada Vallön, nada de lo que digas ahora podrá ayudarte –sentenció el maestro y su voz tronó como rayo en medio de la tempestad. –Solamente tenías que traerme a la niña, era una tarea simple, ¿no es así? –dijo el maestro levantando un brazo, una fuerza por demás maligna tomó del cuello a Vallön, el último de los caballeros negros, acercándolo a la máscara del maestro. --¡¿No es así?! –gritó el Ser Oscuro.
--Nada más cierto que sus palabras maestro –aceptó Vallön.
--No te destruyo solo porque eres el último de tu legión, pero veremos que es capaz de hacer ese muchacho que me has traído – dijo el maestro señalando al muchacho que se encontraba ensimismado viendo la escena.
-- ¿Cuál es tu nombre muchacho? –quiso saber el Ser Oscuro.
-- ¿Cuál es el suyo? –retó el chico.
-- Me parece que eres muy valiente o eres muy estúpido –dijo con sorna el maestro de la oscuridad.
-- Solo quiero saber con quién estoy hablando –respondió el muchacho, que un día soñó con besar a la Princesita.
-- ¡Eres un insolente! –gritó el maestro mientras tomaba del cuello al chico, éste se apresuró a decir su nombre : --Me llamo Xulius, ese es mi nombre –dijo entre resuellos el muchacho. El Señor Oscuro lo soltó, Xulius cayó postrado a sus pies. –Eso está mejor, mucho mejor –dijo el maestro y quizá esbozó una sonrisa lacónica bajo su máscara de hierro.
Xulius se levantó encarando al Maestro, viendo de reojo al Caballero Negro, entonces el Maestro se puso en pie, había permanecido sentado desde la llegada de los Zaraxas, seres míticos creados por el Utrandir para realizar tareas de rescate en las batallas. Estos seres fueron los que llevaron al muchacho una vez que las sombras del Roar lo sacaron del Calabozo del Palacio. La altura del Maestro sorprendió a Xulius, tenía la estatura de tres hombres altos puestos el uno sobre el otro. Su musculatura, realzada por una armadura de color de la obsidiana, le hacía ver mucho más imponente.

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